Les propongo leer este libro. Se los digo a todos, recomendación general, pero especialmente a los montevideanos, o a “los del sur”. Creo firmemente que no se van a arrepentir.
Es un libro que nos abre puertas. Mejor dicho, nos abre los ojos. Primero a una lengua: el portuñol. Segundo a una realidad: la de la frontera, y en particular esa frontera pobre, aislada del epicentro que es Montevideo.
Fabián Severo, artiguense, docente de literatura, ha escrito varios poemas en portuñol en los que habla de su Artigas natal aunque en la realidad se entremezcle también la ficción. “Viralata” (2015, Rumbo editorial) es su primer novela. Y, al igual que sus poemas, la ficción y la realidad se entremezclan, dejan jugar a la memoria que recuerda y construye historias, que pueden ser propias, del vecino, o no, pero podrían.
El sólo hecho de leer en portuñol es un atractivo. Incluso para quienes no sabemos portugués, creo que podemos captar al menos algo de los que sus líneas nos dicen. Plus agregado la sonoridad que te da, algo que le escuché decir al autor en alguna entrevista. No sería lo mismo dicho en español.
Pero “Viralata” es más que una reivindicación del portuñol (que tampoco sé si lo quiere ser). “Viralata” es, a mi entender, una manera de poner sobre la mesa la realidad de la frontera, y la realidad de la pobreza desde quien la vive día a día. En “Viralata” hay Navidades que no se festejan, padres que se van, comida que no sobra, médicos que parecen no tener tiempo para atenderte. En “Viralata” hay denuncia.
Podríamos decir que es una denuncia social, al gobierno, a toda la sociedad. No sé si es la intención, pero a quienes estamos lejos de la frontera al menos, como les decía al comienzo, nos abre los ojos.
Y “Viralata” también reclama a Dios. Un Dios que parece que se olvidó de Artigas, que lo dejó a medio construir. Yo no sé por qué, un día, Deus se cansó de este lugar y se fue a dar vuelta tierra en otro lado. Dejó Artiga por la mitad, como la casa de María. Quienes somos creyentes creemos que no, sabemos que Dios no se olvidó. Pero, ¿qué mensaje estamos dando?
Mucho para preguntarse, mucho para sentir, mucho para dejar resonar a medida que uno pasa las páginas de este libro. Los animo a recorrerlas. Y ojalá su lectura nos anime a cambiar también nuestro mensaje, para que nadie más diga: Si un día me incontro con Dios, voy preguntar si él istá imburrado con nosotros.