¡Despierten al Mundo!

Desafiantes palabras del Papa Francisco a la vida consagrada.

Pero ¿de qué debemos despertar?  ¿A qué debemos despertar? Muchas situaciones absorben hoy sus energías a la vida consagrada transformándose en remolinos de viento que la envuelven y no le permiten ver con mayor nitidez el horizonte: problemáticas de disminución numérica, envejecimiento de sus miembros, pocas vocaciones, grandes estructuras para sostener, tradiciones y herencias que mueven obligadamente a pensar en procesos continuos de reestructuración de las obras, afán de seguir atendiendo todo sumergiéndonos en un activismo desmedido, anclaje en lo seguro y tanto más.

 

Esta realidad que está a la vista, coloca a la VC[1] frente a un gran riesgo: el quedarse mirándose a sí misma, atrincherada en sus obras y sosteniendo el peso de una realidad que ya fue. Y aún más, sin dejarse leer como palabra de vida, colocándose más del lado de la “conservación” que del “perder para ganar”.

 

¡Qué bueno que se invitó a la VC a “despertar”… y más aún, a “despertar al mundo”…  Llamada urgente para “salir de sí misma” y volver a asomarse a la propuesta de Jesús; y a la par de reencantarse,  adecuar sin temor la misión a tiempos y necesidades nuevas que surgen de las situaciones concretas del mundo y de la sociedad en que vivimos. En definitiva, “Despertar al mundo” en este año de reflexión, ha sido una invitación a asumir con atención y responsabilidad las mociones del Espíritu en actitud de vigilia y discernimiento constante para dar repuestas que sintonicen con el querer de Dios y no con nuestras mezquinas justificaciones.

 

Quien se animó a vivir este año desde la dinámica desestabilizadora del Espíritu, habrá colocado un oído en el corazón del mundo y otro en el corazón de Dios para escuchar los clamores que desvelan y animan a mirar más allá de lo que aqueja. ¡La vida clama a la VC! y la desafía a cambiar lo “auto” por lo “inter” para seguir siendo consagrados místicos y profetas, hombres y mujeres de Dios, rostros del Amor Misericordioso del Padre en la entrega cotidiana al servicio del Reino.

 

Y para “despertar”… así quisimos vivir el AÑO de la VIDA CONSAGRADA:

con un corazón AGRADECIDO por el pasado,

APASIONADOS en el presente,

mirando el futuro con ESPERANZA,

y  celebrando a cada paso un tiempo de gracia

 

Tiempo de gracia que nos animó a descubrir, de una manera nueva, nuestra identidad de consagrados y consagradas. Tiempo para reencender la llama de la vocación con el solo motivo de revitalizar y avivar el encuentro con la persona de Jesús, a quien hemos entregado la vida.

 

Tiempo de gracia que nos animó a vivir con alegría y gozo el compromiso de construir cada día la comunidad, ambiente fraterno que nos hace familia de hermanos y hermanas en la gratuidad.

 

Tiempo de gracia que nos animó a potenciar y dinamizar el espíritu discipular y misionero para atender a los clamores de la vida en los nuevos escenarios y sujetos emergentes de nuestros campos de servicio en la entrega cotidiana.

 

Tiempo de gracia que nos animó a ser anunciadores de “Buenas Noticias” y pregoneros de “lo posible”.

 

Un tiempo de gracia vivido en la convocación de dos momentos claves: el Encuentro Nacional de la Vida Consagrada del Uruguay (21 y 22/3) y el Congreso de Vida Consagrada (18 al 21/6) celebrado en Colombia.

 

Del primer evento, nos animamos a convertir los objetivos propuestos por el Papa Francisco en un Itinerario de vida que se continuó plasmando en las diversas actividades a lo largo del año:

 

  1. “Hacer memoria agradecida del pasado”

Peregrinando por cuatro postas celebrativas:

  • Hacer memoria agradecida de los Fundadores y Fundadoras
  • Hacer memoria agradecida del camino personal de vida consagrada
  • Hacer memoria agradecida de los carismas y de las obras presentes en el Uruguay y su injerencia social
  • Hacer memoria agradecida del camino recorrido de la CONFRU (Conferencia Nacional de Religiosas y Religiosos del Uruguay).
  1. “Vivir el presente con pasión”

Presentando a los testigos del ayer y del hoy que se animaron a vivir su vida de consagración “con profunda pasión”:

  • La pasión por Jesús pobre: Francisco de Asís
  • La pasión por la Reforma: Teresa de Ávila
  • La pasión por los marginados: Don Bosco
  • La pasión por el pueblo: Mons. Romero
  • La pasión por las búsquedas: Martirio de los monjes de Argelia (“De Dioses y hombres”)
  • La pasión por los que no cuentan: Teresa de Calcuta
  • La pasión hasta el último minuto: Helen Prejean (“Mientras estés conmigo”)
  • La pasión de vivir con…: Mons. Casaldáliga
  • La pasión encarnada en la realidad: Padre Cacho

 

¡Varones y mujeres de Dios que tuvieron en el corazón: el EVANGELIO como regla, y en la vida: la PASIÓN por el Reino!

 

  1. “Abrazar el futuro con esperanza”

“Despertando al mundo” para ser en el hoy:

  • Místicos en el Espíritu
  • Profetas de fraternidad
  • Siervos de Caridad

Una invitación a descubrir cómo cultivar el don de la Esperanza en estos tiempos que nos toca vivir.

 

Del segundo evento, los objetivos propuestos se convirtieron en el hilo conductor del Congreso, enmarcándose con la conmemoración de los 50 años del Concilio Vaticano II, y concretamente de Lumen Gentium y Perfectae Caritatis, que han impulsado con fuerza la renovación de la VC. Así también la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, que nos involucra de lleno en la Nueva Evangelización y a ser parte de una “Iglesia en salida misionera”.

 

La trama del Congreso, en nuestra querida Latinoamérica, estuvo teñida de un fuerte espíritu fraterno, participativo, hermenéutico, germinal y proyectivo, como característica de cada una de las jornadas. Desde la realidad, en diálogo, bajo la perspectiva de la opción preferencial y evangélica por los pobres, se propició la escucha de los Clamores (VER) de la VC, que forja sus Convicciones (JUZGAR) y busca Horizontes de Novedad en sus Compromisos (ACTUAR).

 

Así se percibió en las conferencias, los paneles y foros de las mañanas, lo mismo que en los 41 talleres que se desarrollaron en las tardes, referidos a diez núcleos temáticos (Nuevas Generaciones, humanización y espiritualidad, pobres, cambio sistémico, justicia paz e integridad de la creación, interculturalidad, intercongregacionalidad, comunión eclesial, carismas y laicos, y salida misionera) y a seis ejes transversales (misión, espiritualidad, comunión, consagración, formación y animación).

El anhelo de un modo nuevo de vivir la VC se hizo presente. “Es urgente que reconozcamos lo que está pasando en la VC, desde donde estamos y como estamos, que acojamos el momento que nos toca vivir y donde nos toca estar, con una actitud teologal, es decir, con un corazón creyente, esperanzado y enamorado… Más que nunca necesitamos de un sano realismo, sin dejar de acompañarlo de nuestros sueños y utopías, así como de los anhelos de responder más evangélicamente a las llamadas de Dios y a los clamores de la humanidad”[2].

 

Y la pregunta… ¿Qué horizontes se vislumbran para la Vida Consagrada de América Latina y el Caribe a partir del Congreso?

En una síntesis que recupera el paso del Espíritu por el Congreso en el deseo de resignificar la VC, compartimos:

  1. La Trinidad es el modelo de nuestra hermandad; nos conduce a la unidad en la diversidad, nos capacita para el diálogo y la reciprocidad, hace que nuestras relaciones sean circulares y en igualdad.
  2. El seguimiento de Jesucristo, desde la mística y la profecía, tiene como horizonte el martirio, elocuente testimonio que es capaz de tocar el corazón de los demás y suscitar la conversión. Hemos de recuperar la memoria profético-martirial de nuestros pueblos.
  3. Una resignificación de los consejos evangélicos, a la luz del Verbo de Dios que se encarna y entrega su vida en la cruz, y de la escucha de la Palabra, llevará a la persona consagrada a la libertad, la gratuidad-gratitud y la compasión.
  4. La VC está llamada a compartir espiritualidad, misión y vida con los laicos, desde una eclesiología de comunión, constituyendo familias carismáticas.
  5. Una VC pobre y para los pobres, implica hoy participar en la «revolución de la ternura» (EG 88), «usar la medicina de la misericordia» (MV 4) y «cuidar la casa común» (LS).
  6. La VC ha de salir de su autorreferencialidad y de todo aquello que le impide el contacto directo con el prójimo.
  7. La intercongregacionalidad y las comunidades intergeneracionales son retos que exigen creatividad y que nos dan la oportunidad de enriquecernos mutuamente, crecer y complementarnos.
  8. Las culturas, la ecología y la humanización son espacios en los que la vida se ve amenazada, espacios en los que la VC debe estar presente y actuar.

El año vivido nos impulsó a dejarnos revitalizar y resucitar a una VC más evangélica y más transparente en la alegría del seguimiento de Jesús. Que Él nos siga reencantando para hacer realidad todo lo compartido y reflexionado en este especial tiempo de gracia.

¡A seguir en camino!

 

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[1] VC = Vida Consagrada. De aquí en adelante.

[2] Hna. Mercedes Leticia Casas Sánchez, FSpS. Presidenta de la CLAR.