Si buscamos en el diccionario la palabra “democracia” dice: “Sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes”.
En esa definición hay dos sujetos: “el pueblo” y “los gobernantes” que son elegidos como representantes para conducir los destinos de un país, con una multitud de instituciones que fueron construidas y se siguen construyendo desde hace más de dos siglos. Sus tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. La sociedad civil con una variedad de organizaciones va siendo arte y parte de la democracia. Hay diversidad de cosmovisiones (ideologías) que al decir “democracia” acentúan y afirman cosas muy distintas. Algunos la nombran de “derecha” o de “izquierda” y mucho más.
Si nos referimos a la Iglesia Católica, una institución que tiene casi 2000 años de existencia, tan compleja, con características universales y… le sumamos la palabra “democracia”, como me pidieron que haga desde la animación de OBSUR; la transformo en una pregunta: ¿Democracia en la Iglesia?.
Les ofrezco estas pistas de reflexión.
Primera pista: Nuestro Maestro inspirador es Jesús de Nazaret.
Su camino y horizonte es el Reino de Dios: “Busquen el Reino y lo demás vendrá por añadidura” (Mt.6,33). Hago esta traducción: “Busquen el vínculo y lo demás vendrá por añadidura”. Lo más importante para Jesús es el AMOR, el vínculo, la relación. El ser humano es relación.
Jesús coloca los tres amores en el mismo nivel: “Amar a Dios… al prójimo, como a uno mismo”(Mt.22, 36). Y sabemos que cuando habla de Dios lo nombra como: “Abba”, hoy diríamos junto con Juan Pablo I: “Dios es Padre y Madre”. San Juan va a decir, contemplando a Jesús: “Dios es AMOR”. En la última cena, les insiste con el corazón en la mano: “Permanezcan en mi amor, así como yo permanezco en el amor del Padre” (Jn. 15,8).
El camino y el horizonte es el AMOR, es ir haciéndonos hermanas/os. A este sueño lo llama: “Reino”.
Segunda pista: Desde los pobres.
Además Jesús define dónde tiene que tener su corazón su discípula/o, sea de la clase social que sea: “desde los pobres, desde los últimos, los despojados”. Lo dice con claridad en Mateo 25: “Tuve hambre… tuve sed, estuve desnudo…”. Seguimos un Maestro que buscaba y aprende junto a sus discípulas y discípulos. Había mujeres en su grupo (Lc. 8,1-3 ).
Para ir respondiendo a la pregunta: ¿Democracia en la Iglesia?.
Ya tenemos: ¿Qué y quienes son importantes para nuestro Maestro?.
Hay que buscar “el vinculo”, “aprendiendo a amar”, desde “los pobres” y “los excluidos”.
Tercera pista: ¿Cómo entiende y vive Jesús la autoridad, el poder?. Algo clave para “la democracia”.
Jesús lo expresa en la última cena con mucha claridad. Recordemos lo que nos cuenta Juan en el Capítulo 13.
Jesús trabajó mucho para que todas/os, discípulas/os estén sentados en una mesa de iguales. Ellas/os son muy distintos: un cobrador de impuesto, pescadores, zelotes, etc, pero iguales en dignidad. Todos hermanas/os, todos hijas/os de Dios. A este le vamos a llamar el primer nivel. Vale recordar que en la última cena había mujeres.
Después el Maestro, se inclina y les lava los pies. Es decir, lo que hizo siempre, pone sus talentos al servicio de los hermanas/os. Este es el segundo nivel.
Por último se pone de pie y les dice: “Ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros… felices si lo ponen en práctica”. Aquí es donde “guía”, se define. Este es el tercer nivel.
El secreto de Jesús es que se mueve por los tres niveles constantemente. Por eso la gente decía” “Habla como quien tiene autoridad”. Jesús se va volviendo “autor” de su propia vida, porque le pone el cuerpo a sus convicciones. Al correrse por los tres niveles, no cae en el desborde del primer nivel que sería “relativismo” o del segundo nivel que sería “la sumisión” o el tercer nivel que sería el “autoritarismo”.
Aquí tenemos algo más para seguir respondiendo a la pregunta: ¿Democracia en la Iglesia?.
Todo discípula/o de Jesús está llamado a correrse por los tres niveles constantemente, de la igualdad, el servicio y el ser guía.
Un breve recorrido
Desde estas pistas que contemplo en Jesús, es que me parece que en estos últimos tiempos hemos ido evolucionando en nuestra Iglesia.
Hay saltos significativos, si miramos los últimos 60 años de la Iglesia. Hay intentos de ser una organización más encarnada, colegiada y sinodal como nos ha provocado el Espíritu en el acontecimiento del Vaticano II (1962-1965), ser “Iglesia Pueblo de Dios”. Sin embargo queda muchísimo por andar.
Desde América Latina en Medellín 1968, la Iglesia supo escuchar “el clamor de los pobres” y la necesidad de “hacernos hermanas/os”. Que sean protagonistas del cambio, que sean Iglesia. Se trata de cambios estructurales, por ende tenemos que sumarnos a las luchas por la liberación de esas causas que oprimen y matan. Desde 1968 hasta la Conferencia de Aparecida 2007, este grito de los pobres y la lucha por su liberación se ha ido desplegando, con todos los conflictos y sospechas que tuvo que atravesar nuestra teología de la liberación, dentro de nuestra Iglesia, inmersos en este sistema Capitalista Neoliberal tan inhumano.
Dimos un nuevo salto de la mano del Papa Francisco, con su Carta “Laudato Si” en el 2015, donde pudimos unir el “Grito de los pobres con el grito de la Tierra”. Desde el 2000 la humanidad en “la Carta de la Tierra”, uno de nuestros teólogos Leonardo Boff y muchos más nos ayudaron a escuchar el grito de la Tierra. En esa Carta el Papa Francisco, que a mi entender es un emergente de nuestra teología Latinoamericana (hace su propia síntesis entre la teología del pueblo y la teología de la liberación), le ofrece a toda la humanidad estos dos gritos juntos “los pobres y la Madre tierra”. Sus clamores, potencialidades y esperanzas.
Un salto de conciencia que se confirmó de una manera potente en el Sínodo Pan Amazónico, celebrado en octubre de 2019, que nos hizo contemplarnos desde el Bioma, sabiendo que todo esta inter-ligado. Se preparó durante 2 años y participaron más de 20.000 personas. El sínodo aporta entre otras cosas, la conciencia de la necesidad de crear “nuevas estructuras eclesiales” que puedan contener la buena noticia de que crecemos desde la reciprocidad y la inter-culturalidad.
Nos ayuda a comprender que ese “busquen el Reino (vínculo) y todo lo demás vendrá por añadidura” tiene que ser desde el grito de los pobres y de la Madre Tierra. Este es para las/os discípulas/os de Jesús hoy, el mismo camino y horizonte, sean laicos, religiosas/os, sacerdotes, obispos.
Si hay algo que nos regaló de una manera sustancial, la Conferencia de Aparecida en 2007, es esta “categoría-conciencia” del “discipulado” que nos iguala, Nombra lo que nos une. Nos da identidad, como la de ser Hijas/os, hermanas/os. Somos iguales en dignidad. Son necesarios los ministerios pero desde esta conciencia de igualdad.
Desde este breve recorrido: ¿Democracia en la Iglesia?
Si bien hay “saltos” muy importantes como los que fui nombrando, nuestra Iglesia sigue siendo “machista”, “patriarcal”, “piramidal” y “clerical”. No me voy explayar en cada de ellas. Sabemos que son “estructurales”. Nos alejan del Sueño de Jesús.
Las “estructuras” son formas de relación, sistémicas que pueden ayudarnos a crecer, liberarnos o nos pueden oprimir, maltratar y matar. Estas cuatro notas que nombro han generado entre otras cosas, abusos de poder, infantilismo religioso, pedofilia, autoritarismos, que son un escándalo para la humanidad.
En la Iglesia conviven diversos “modelos de iglesia”. Todos los que han participado en las conferencias episcopales o en cualquier sínodo o en nuestra misma arquidiócesis de Montevideo, sabe que hay diversas corrientes eclesiológicas y teológicas.
Estas cuatro notas que nombré no favorecen los caminos de colegialidad (discernimientos y decisiones circulares), de sinodalidad (caminar juntos), de sabernos arte y parte de lo nuevo: corresponsabilidad.
Hay caminos que estamos transitando, como las Comunidades Eclesiales de Base (CEB), que buscan ser el primer nivel eclesial, la célula de la Iglesia. Consejos parroquiales más participativos y otras estructuras.
Hay muchos esfuerzos donde vamos aprendiendo a movernos por los tres niveles como nos enseñó Jesús. La co-responsabilidad es un ejercicio que tenemos que seguir aprendiendo a vivir.
También es cierto que muchos que se han formado en espacios de Iglesia, cuando van a otros espacios de participación política o sindicatos, centros vecinales, en su trabajo, ofrecen estas inspiraciones que vienen de Jesús y al mismo tiempo aprenden otras perspectivas.
Nosotros en nuestra parroquia de Santa Gema tenemos como lema para este año: “Aprendiendo con los otros, para ir gestando el Nosotros”. Queremos seguir cultivando un corazón personal y comunitario “recíproco”.
Estos tiempos de Pandemia mundial, es un gran desafío seguir aprendiendo a desplegar eso que es tan humano como la cooperación y la solidaridad. También seguir insistiendo como dice Francisco que hay derechos humanos que vienen de Dios: el derecho a la Tierra, al trabajo y al Techo. Ese es nuestro camino y horizonte para seguir aprendiendo a vivir en democracia en nuestro Uruguay, desde los ensayos creíbles que vamos haciendo en nuestra comunidad eclesial.
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El autor, Carlos Saracini cp, es Misionero Pasionista.