América del Sur presenta un conjunto de regímenes de gobierno que, al menos en su identidad, se definen a sí mismos como democráticos. Cada uno de ellos llegó al poder a través de mecanismos electorales más o menos legitimados por diferentes organismos internacionales, o encontró vericuetos constitucionales que le permitieron ocupar ese rol sin que resultara indiscutible la hipótesis de la existencia de un Golpe de Estado. Aún en casos extremos como Venezuela o Bolivia (sin ahondar en las crisis atravesadas por Perú más recientemente, y por Brasil años atrás), quienes detentan el poder aseguran haber cubierto un conjunto de requisitos que los habilitan a realizar un ejercicio legítimo del mismo en el marco de las constituciones.
Sin embargo, cada vez más, la realidad pareciera evidenciar que existen mecanismos de poder, tanto nacionales como globales, que erosionan los conceptos más lineales de democracia, y llevan a pensar que el acceso al gobierno por la vía electoral, o el respaldo en vericuetos constitucionales son elementos insuficientes para catalogar a un régimen de este modo… si asumimos que, como dice el refrán popular, “el hábito no hace al monje”, entenderemos también que las elecciones no hacen a la democracia de los pueblos.
Boaventura De Sousa Santos (2016) asume, como punto de partida, que existe una tendencia a considerar que nuestras sociedades son democráticas porque su forma de gobierno se reconoce como tal. Sin embargo, para él, “ese espacio político es una isla de democracia, en un archipiélago de despotismos” (p. 5). Existen un conjunto de relaciones sociales cotidianas marcadas por la violencia y el autoritarismo que son denominadas por dicho autor como fascismo social.
Según él, esta forma de fascismo no tiene que ver con un régimen político, sino como “la capacidad que tienen algunos grupos sociales -con gran poder social y económico- de ejercer derechos de veto sobre las oportunidades de vida de los de más abajo” (p. 6).
Boaventura de Sousa Santos describe diferentes formas de fascismo social existentes en nuestras sociedades. Entre ellas podemos destacar lo que él denomina como apartheid, y que guarda relación con las divisiones internas que delimitan las zonas de la ciudad y los comportamientos de las instituciones, agencias y servicios del Estado en función de la zona a la que se haga referencia (a modo de ejemplo, él sugiere que la policía actúa de una forma en las zonas “civilizadas”, y de otra forma muy diferente en las zonas “salvajes”).
Otra forma de fascismo tiene que ver con las relaciones contractuales, especialmente cuando estas relaciones no se dan enmarcadas en convenios colectivos de trabajo, sino que se dan en los acuerdos de negociación entre un empleador y un empleado que se ve forzado a aceptar las condiciones laborales que le imponen las circunstancias movido por la necesidad.
También existe lo que él describe como un fascismo territorial. Determinadas zonas a las que el Estado no accede, y que quedan liberadas en manos de grupos o bandas armadas.
Existe un fascismo financiero, marcado por la clara diferenciación entre aquellos que dominan el mercado de capitales y pueden marcar las reglas del juego del funcionamiento de los sistemas democráticos, sin que necesariamente deban acogerse a esas mismas reglas.
Boaventura también esboza la existencia de un fascismo mediático, que hasta ese momento reconoce no haber desarrollado de forma exhaustiva, y que estaría marcado por la manipulación a la opinión pública ejercida por los medios de comunicación.
Me atrevería a decir, viendo la realidad latinoamericana de los últimos años, que podríamos hablar también de un fascismo judicial, que consiste en la utilización antojadiza del aparato legal para desestabilizar y eliminar del juego político a los líderes populares; y otras tantas formas y modalidades de fascismo social que durante los últimos años hemos experimentado en nuestros países.
Las reglas de convivencia básicas que rigen en nuestros países son las reglas constitucionales, y solamente en situaciones excepcionales (lo que se denomina como estado de excepción), las mismas son vulneradas. Sin embargo, Boaventura De Sousa Santos (1999), sostiene que actualmente vemos que estas reglas constitucionales coexisten con estados permanentes de excepción. Según él, “las constituciones son violadas constantemente como si eso fuese normal, como si no fuera ninguna alteración a la normalidad democrática” (2016, p. 8). Más que pensar en procesos constituyentes, en este momento hay que asumir el riesgo de la existencia de procesos destituyentes que es necesario revertir.
Los procesos constituyentes, según De Sousa Santos, atraviesan dilemas en la actualidad: por un lado se basan en la idea de la existencia de un soberano y de la soberanía del pueblo (con las complejidades de pensar en esos términos en el marco de los procesos de globalización, mercados financieros, presión de los medios de comunicación). Por otro lado, el dilema respecto de la necesidad de mantener la vigilancia del poder popular en relación a los acuerdos consagrados en el proceso constituyente.
Según él, en el contexto actual, “un constitucionalismo tiene que buscar un soberano más fuerte y ese no puede ser otro que los que luchan contra el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado” (De Sousa Santos, 2016, p. 11); articulado mecanismos de democracia representativa con democracia participativa y comunitaria.
Cabe preguntarse, por lo tanto… ¿es posible que una democracia, como tal, exista en el marco de un régimen marcado por el neoliberalismo económico y el neoconservadurismo social?
Sin lugar a dudas, la respuesta pareciera ser compleja; y solo en la medida en que los movimientos sociales de un amplio espectro puedan alinear sus programas en vías de la realización de una vigilancia ciudadana, será posible consolidar agendas efectivamente democráticas.
Bibliografía
De Sousa Santos, B. (1999). Reinventar la democracia. Reinventar el Estado. Buenos Aires. Siglo XXI – CLACSO.
De Sousa Santos, B. (2016). Las luchas por la igualdad en América Latina: por un nuevo ciclo constituyente. Clase Magistral. Curso Internacional América Latina: Ciudadanía, Derechos e Igualdad. CLACSO, Buenos Aires.