No hay duda de que la visita del Papa Francisco a Colombia prevista entre el 6 y el 11 de septiembre del presente año es un hecho de gran importancia que gravita desde ya sobre el acontecer nacional El Presidente Santos en el discurso de instalación del Congreso de la república el pasado 20 de julio se refirió al mensaje papal como mensaje de paz y reconciliación en un contexto político marcado por la polarización alrededor de los acuerdos de paz y de su implementación, así como por los “egos” y la sangre de líderes sociales y exguerrilleros a manos del paramilitarismo. Esta visita será importante también porque el Papa irá a 4 ciudades: Bogotá, Medellín, Cartagena y Villavicencio y porque dará un mensaje para el estado colombiano[1]. “En Bogotá, se reunirá con el comité directivo del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), entre otros aspectos.
Preguntas y expectativas por las palabras del Papa para el país…
Y es un hecho que buena parte de la ciudadanía estará muy atenta a las palabras que el Papa dirá al estado colombiano y a las palabras que formule acerca de la significación y el estado actual del proceso de paz con las FARC-EP, así como del estado actual del proceso con el ELN. ¿Será el Papa suficientemente crítico con un estado que se ha construido para el servicio de sí mismo y no de una población que en muy buena parte permanece en la miseria y la ignorancia? ¿Que dirá el Papa a este estado que continúa teniendo no pocos rasgos de narcodemocracia? ¿Comprenderá y mostrará el Papa que la gran movilización social por la paz que se ha dado en Colombia es acción del Espíritu Santo?
En Colombia se están dando sin lugar a dudas hechos históricos: entre ellos las denuncias sobre corrupción y la expectativa de una gran inversión social para los campesinos, indígenas y afrodescendientes como fruto de los acuerdos de paz. Estos son “hechos mayores” que podemos leer como signos del reino de Dios en la actual realidad del país pues este Reino “no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Rom 14,17). Esperaríamos al menos que en un país que se reconoce mayoritariamente como católico o como cristiano, el Papa Francisco recuerde el 5º mandamiento (no matar), de cara a la inusitada violencia e irrespeto a la vida que se sigue dando en Colombia.
… y para la Iglesia
Pero también existe expectativa por las palabras que el Papa Francisco dirá a la propia Iglesia colombiana sobre la cual existen tantos interrogantes en cuanto a la relación histórica que ha tenido con el partido conservador, ante su actitud frente a la injusticia social reinante y sobre todo ante el paramilitarismo que ha sido y es causante del mayor número de muertes y masacres en las últimas décadas. Una de las más destacadas periodistas del país, María Jimena Duzán dice en una columna titulada “La Verdad Siempre Duele”[2]: “…la Iglesia permitió a sus obispos asumir una posición proactiva en defensa del paramilitarismo, como lo hizo en su momento monseñor Isaías Duarte o monseñor Héctor Gutiérrez Pabón, quien calificó al fundador del narcoparamilitarismo Víctor Carranza como ‘un defensor de la paz’, sin mencionar a un obispo de Montería y a varios sacerdotes…”. La incongruencia de la actitud de buena parte de la iglesia colombiana con el mensaje evangélico ha generado desde hace décadas al menos una interrogante: ¿Porqué Colombia, preciada de su catolicismo, es uno de los países con mayores índices de violencia y de corrupción a lo largo de toda su historia? ¿Qué formación ha transmitido la Iglesia en este país donde la corrupción se lleva el 30% del presupuesto nacional? Estos interrogantes deben tocarnos a todos los católicos.
¿Qué lectura teológica que de la realidad colombiana hace la iglesia jerárquica colombiana? ¿Comprende ella que “Sólo quien reconoce a Dios, conoce la realidad“, como expresa Benedicto XVI?: Dios se revela en la historia humana; Dios “aparece”, habla, actúa en el contexto en que vivimos; la vida (personal, familiar, profesional…) es el lugar teológico por excelencia. La importancia de la comprensión de la historia, de las coyunturas y tendencias políticas, económicas, sociales y culturales es un presupuesto para identificar la acción de Dios en la historia. Es una parte necesaria de lo que teológicamente se llama identificar “los signos de los tiempos” y desde el concilio Vaticano II constituye el mayor reto y llamado para la Iglesia católica.
Hoy, ante la mirada impávida de gran parte de los católicos y de los obispos persiste el asesinato de líderes sociales (160 entre el 2016-y lo corrido del 2017). La “violencia institucionalizada” de la que habló la profética conferencia de los obispos latinoamericanos en Medellín (1968), es la misma violencia paramilitar de hoy en Colombia y es la misma violencia de un sistema de salud que, también aquí, ve morir a los pacientes en los pasillos esperando un servicio que no llega.
Muy polémica beatificación
Y a pesar de que, al decir de un vaticanólogo[3], “El mensaje del Papa, de todas maneras, marcará parte de la agenda de la campaña presidencial del 2018. Seguramente será para que en Colombia encontremos la mejor opción para llevar los destinos del país”, la Conferencia episcopal ha sido cuidadosa e insistente en oponerse a quienes interpretan este acontecimiento “como un hecho político y comenzaron a generar una sombra de duda frente a la llegada del Santo Padre[4].” La “sombra de duda” recae ahora pues sobre quienes interpretan este hecho en su dimensión política, que ciertamente la tiene.
Justamente, para no pocos sectores en Colombia se considera altamente cuestionable la decisión de beatificar al pbro. Pedro María Ramírez Ramos, por la profunda y ofensiva significación política que tiene dicha beatificación. El Papa Francisco beatificará a este presbítero, así como al obispo Jesús E. Jaramillo, asesinado por el ELN.
Al respecto de la primera beatificación es de saber que históricamente y como resultado de la identificación de la Iglesia católica en Colombia con el partido conservador, era conocido que los prelados y sacerdotes arengaban los fieles contra el partido liberal; y en este contexto todo indica que el padre Ramírez R. era un destacado ejemplo de ello. El asesinato de centenas de miles de campesinos entre 1946 y 1958, se dio a instancias de voces como las del padre Ramírez Ramos[5], o a las directrices de obispos como Miguel Ángel Builes, conocido como “la mitra azul”, el color del partido conservador, para quien ser liberal era pecado y leer los periódicos de los liberales también lo era.Sin lugar a dudas fue precisamente el padre Ramírez R., conocido como el “Cura de Armero” un destacado ejemplo de este comportamiento político que históricamente asumió la Iglesia colombiana y que contribuyó de manera definitiva a la extrema y extendida violencia que ha padecido el país, especialmente después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán (1948). Por ello su beatificación es una ofensa a la memoria de quien bien simbolizaría el martirio del pueblo colombiano.
Los hechos históricos
Gaitán fue un brillante y honesto intelectual, líder político y orador insuperable, con una profunda influencia en el pueblo colombiano, tanto a nivel rural como urbano; crítico de la oligarquía liberal-conservadora. Ad portas de ser electo Presidente de Colombia, cosa que nadie dudaba, fue asesinado en Bogotá el 9 de abril de 1948. “Un día después de la muerte de Gaitán, una turba linchó a Pedro María Ramos, un sacerdote conservador del Tolima que odiaba a los liberales” dice Vicente Silva Vargas[6], quien además cita el libro Una víctima de la revolución de abril, del jesuita Juan Álvarez Mejía, que narra cómo “al conocerse por radio la noticia del asesinato a tiros del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán… gran parte del pueblo liberal de Armero, se levantó contra las autoridades pidiendo la cabeza del presidente Mariano Ospina Pérez y la caída del Gobierno conservador. Los exaltados, como en gran parte del país, también acusaban a la Iglesia católica de defender al conservatismo y de propiciar con su conducta pasiva y en otras, de manera velada, el clima de violencia contra los liberales.” En este contexto fue asesinado el padre Ramírez de quien se dice incluso que maldijo al pueblo y que por ello Armero fue destruida por una avalancha del Volcán Nevado del Ruiz, años más tarde, aunque paralelamente se le atribuyen múltiples milagros.
Más grave y doloroso aún es el reclamo de Gloria Gaitán J., la hija de J. E. Gaitán, quien escribió al Nuncio Apostólico de Su Santidad Papa Francisco”, Ettore Balestrero[7]: “en el marco del genocidio al Movimiento Gaitanista que desató el gobierno del presidente de la época… recuerdo que mi madre alertaba a mi padre para que se cuidara porque lo iban a asesinar, tal como venían haciendo con sus seguidores. Ella le repetía: “Cuídate de los curas de Armero”. Y pregunta doña Gloria: “¿Será posible que el sacerdote que invitaba al crimen sea Pedro María Ramírez? Porque del que yo tuve noticias en mi infancia no murió por su fe católica sino todo lo contrario. Fue lamentablemente linchado por haber denegado del mensaje de Cristo. Mi padre, Jorge Eliécer Gaitán, también sufrió, en su condición de líder popular revolucionario, el embate de la Iglesia Católica. Me permito anexarle algunos informes de prensa sobre las actuaciones de algunos prelados de provincia, ya que desde los púlpitos se le denigró y vilipendió calumniosamente, diciéndole a los fieles que era pecado votar por él”. Finalmente doña Gloria invita a Su Santidad a “pedir perdón a nombre de la Iglesia Católica por haber sido partícipe de los actos de violencia que generó el gobierno contra el pueblo….este gesto que le pido… está a la altura de su valentía demostrada en el desempeño de su importante misión – tendrá un efecto crucial para el futuro de la paz en Colombia“. Hasta aquí doña Gloria.Algunos historiadores calculan el genocidio cometido contra el movimiento gaitanista en 500.000 personas: En el libro “La Violencia en Colombia” de Monseñor Germán Guzmán Campos, entre otros muchos libros, se describe la magnitud de la violencia y crueldades cometidas que actitudes como las de estos sacerdotes y obispos generaron. Es indudable que estos hechos continúan teniendo un impacto sobre los comportamientos de muchos colombianos, hasta el punto de que puede decirse que en Colombia la violencia se ha hecho cultura: esos hechos horrorosos tienen continuidad especialmente en las masacres paramilitares de los últimos años.
¿Política clerical?
La beatificación del padre Ramírez se ve como un acto de política clerical, una autoglorificación de los clérigos colombianos, la glorificación del clericalismo que predomina en la iglesia colombiana y el que ayer como hoy desconoce nuestra historia y su significación profunda desde la fe.
Desde el inicio de su pontificado el Papa Francisco ha sido un lúcido crítico de la actitud clericalista que consiste en que el sacerdote, el obispo, o la institución se coloca como “centro”; dice el Papa[8]: “La iglesia es institución, pero cuando ella se erige en ‘centro’… La iglesia pretende entonces tener su propia luz y deja de ser el ‘misterium lunae’[9] del cual nos hablan los Santos Padres. Ella se convierte cada vez más en autorreferencial… y termina por ser administradora; de servidora se transforma en controladora. El clericalismo, dice el papa, es también una tentación muy actual en América latina”.
Ante la perspectiva de esta nueva falsificación de la historia se entiende la indignación explícita de intelectuales y de muchos colombianos por la beatificación del pbro. Ramírez. Algún buen amigo conocedor como pocos de la iglesia en Colombia comentó “Y por el significado del martirio ¿Beatificarían a Jaime Restrepo, a Teresita Ramírez, etc?”, refiriéndose a un sacerdote, “el negro” Restrepo y a una monja, asesinados por sicarios, en una región dominada por grandes terratenientes. De las amenazas contra Jaime y Teresita estaba enterado el cardenal López Trujillo quien no hizo nada para protegerlos.
En Colombia en efecto ¡sí que ha habido mártires! ¡Verdaderos mártires! Asesinados por ser solidarios con el pobre, testigos de Jesús y proclamadores de su palabra; y son multitud los asesinados por reclamar sus derechos, por querer hacer oír su voz, por defender su dignidad como seres humanos, por ser mujer, negro, indígena o pobre. La sangre de Cristo corre por nuestra historia, fertilizando los esfuerzos por la Justicia, la Paz, la Verdad y la Libertad[10]. Es el viento imparable del Espíritu Santo el que ha animado históricamente y continúa animando a legiones de colombianos y de colombianas a movilizarse por su dignidad. Hoy es muy claro en Colombia que contamos con perspectivas de un futuro mejor como cumplimiento de aquella profecía de Isaías: “Yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta? Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa” (Is. 43, 18-19) y tenemos la esperanza de que sabrá el Papa mostrar los signos de la presencia de Dios en nuestra historia.
Con alegría y esperanza
Por esto y a pesar de todo, esperamos con alegría y esperanza al Papa Francisco seguros de que sus palabras y sus gestos ayudarán a remover los obstáculos históricos que a la consecución de la paz y la justicia habitan en el estado y en el pueblo colombiano y esperamos especialmente que su visita nos ayude a ser una Iglesia que dé testimonio de Jesucristo y que proclame de manera pertinente su Palabra.
[1]https://www.elespectador.com/noticias/nacional/papa-francisco-viene-blindar-la-paz-de-colombia-monsenor-ruben-salazar-articulo-699383
[2][2]https://www.semana.com/opinion/articulo/maria-jimena-duzan-la-verdad-siempre-duele/492247
[3] https://caracol.com.co/m/radio/2017/06/23/nacional/1498243264_399244.html
[4] Ver https://www.cec.org.co/sistema-informativo/opini%C3%B3n/la-visita-no-es-pol%C3%ADtica
[5] Ver https://www.semana.com/opinion/articulo/antonio-caballero-sobre-el-estado-laico-y-la-politica-con-religion/532706
[6]https://www.las2orillas.co/martir-armero-sacerdote-beatificara-papa-francisco-visita-colombia/| Abril 14, 2017 Las 2 orillas
[7] Sobre este Nuncio, ver la investigación del periodista Mario Guarino, publicada en el libro “Vaticash”, editorial Koiné, que dice: “Ettore Balestrero, nacido en 1966… Tiene numerosas propiedades en Italia. Un apartamento de diez piezas (cuartos-habitaciones), en Roma, detrás del Hotel Hilton Cavalieri. Además cuatro unidades inmobiliarias en Génova, en la calle Tassorelli con Pirandello (la más grande con nueve habitaciones) y un apartamento en Stazzano, en el Alejandrino. Posee, además, muchos terrenos agrícolas y bosques de corte… su protector (fue), el Cardenal Tarsicio Bertone, quien lo nombró nuncio y lo consagró obispo pocos días antes de llegar a Colombia. Ese mismo cardenal Bertone desvió dineros del Hospital Bambino Gesú, como lo probaron varios periodistas, para remodelar su apartamento en El Vaticano. Reconoció su “error” y devolvió parte del dinero, como atestiguó la prensa italiana”.
[8] Ver https://w2.vatican.va/content/francesco/fr/speeches/2013/july/documents/papa-francesco_20130728_gmg-celam-rio.html (traducido por mí).
[9] Ver https://www.lastampa.it/2015/07/05/vaticaninsider/es/vaticano/el-mysterium-lunae-de-la-iglesia-visto-desde-el-chimborazo-X3WifP3cTyGrp96fqz9beJ/pagina.html
[10] Al respecto ver citas de la carta pastoral de los obispos de la Costa pacífica en mi artículo del Número 20 de OBSUR -Realidad y perspectivas de las “conversaciones de paz” entre el gobierno colombiano y las “Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del Pueblo” (FARC-EP).