El martes 10 de noviembre, en la Facultad de Ciencias Sociales, se debatieron ideas sobre uno de los temas más sensibles de la cultura uruguaya, que genera actitudes opuestas y casi fanáticas en Uruguay, la laicidad.
No podemos separar la religión del cuidado de la polis, de la vida política de la ciudad, y por esto resulta pertinente problematizar el concepto de laicidad. Un modelo de laicidad inclusiva es una herramienta para la convivencia, por tanto es necesario repensar el modelo “laicista” o el de un Estado que prescinde de lo religioso. Algunos de estos conceptos fueron desarrollados en el Seminario sobre “Laicidad y políticas públicas” hace pocos días en Facultad de Ciencias Sociales (FCS), en Montevideo.
Se generó un espacio para intercambiar ideas y para el debate respetuoso sobre la laicidad, un tema casi tabú en la cultura uruguaya. Los participantes provenían de diversos lugares: academia, ONG, religiosos, político, gobernantes y periodistas. Entre los expositores del gobierno, participaron Javier Miranda (Derechos Humanos de Presidencia), Matías Rodriguez (Políticas sociales del Ministerio de Desarrollo Social) y Fernando Rodriguez (Instituto de la Niñez y la Adolescencia Uruguay). Desde el ámbito académico el sociólogo Nestor Da Costa, el antropólogo Nicolás Guigou, la politóloga Marcela Schenck y el filósofo Nelson Villarreal, hicieron aportes desde las diversas disciplinas en que se especializan.
La reflexión ahondó el transitar de un modelo de laicidad, que trataba de negar lo religioso, a uno más inclusivo y de reconocimiento de la diversidad religiosa. Los especialistas coincidieron en la existencia de una crisis del “laicismo” y la “laicidad negativa”. Apuntaron a que no se puede negar el derecho a la práctica del culto y que el desarrollo de un modelo de laicidad inclusiva o del reconocimiento puede prevenir fundamentalismos, prejuicios y odios basados en el prejuicio a las creencias religiosas.
La laicidad se situó en la discusión pública en diversos momentos de la agenda política y religiosa de este año en Uruguay, de manera que durante la jornada se plantearon algunos puntos candentes. Entre ellos podemos mencionar el uso del velo en el ámbito escolar por parte de las niñas sirias y la presencia de la capilla católica en el Hospital Militar, también se retomó la discusión sobre la simbología religiosa en los espacios públicos (Papa Juan Pablo II junto a la cruz en Tres Cruces, la estatua a Iemanja) y la futura instalación de una imagen de la virgen María en la Plaza Armenia.
En relación a las políticas públicas se analizó la presencia de cientos de convenios que se ejecutan cotidianamente entre el Estado uruguayo y diversas organizaciones religiosas. Puesto que, a partir de la apertura democrática comenzó a fortalecerse un vínculo de cooperación entre el Estado y los diversos espacios religiosos para atender a las demandas sociales. Se entiende que el Estado valora la capacidad de gestión de las organizaciones basadas en la fe y hace acuerdos para la atención a situaciones de vulneración social (CAIF, Centros Juveniles, proyectos educativos, entre otros).
Entre las experiencias se destacó la del Centro Interreligioso en la cárcel del COMCAR, a cargo del sacerdote Javier Galdona, donde participan doce confesiones religiosas y para el cual se elaboró un protocolo para la atención de la vida religiosa en la cárcel. Así se trajeron a discusión las principales propuestas del Diálogo Interreligioso Uruguayo que son: enseñanza sobre creencias de acuerdo a la Ley de educación 18.437, creación de una “secretaría de culto” o similar, incluir en el próximo censo una pregunta sobre definición religiosa y el festejo de un día particular para el diálogo interreligioso.
Este seminario organizado por GEMRIP (Grupo de Estudios Multidisciplinarios sobre Religión e Incidencia Pública) y OBSUR (Observatorio del Sur), y apoyado por la FCS, CLAEH (Centro Latinoamericano de Economía Humana) y la KAS (Kondrad Adenauer Stiftung) no llegó a conclusiones cerradas, sino que brindó la posibilidad de que se generen nuevas preguntas en torno a la temática planteada. En la diversidad de perspectivas hubo acuerdo en que el centro del debate debía estar en pos de la dignidad humana, que desconocer o negar el factor religioso o la dimensión espiritual del ser humano deviene en ignorar algo muy importante, e inclusive que la discusión sobre el modelo de laicidad en Uruguay puede habilitar la posibilidad de ampliar el espectro de acciones conjuntas, siempre y cuando la perspectiva de derechos humanos sea el hilo conductor en el proceso.