Teresita Scarella de Grotius
Mujer de luz…

El 14 de octubre partió llamada por el Padre a su Pascua, vestida como una novia con su traje de fiesta, al banquete de los justos. Trascendió este mundo material, pero anida dulcemente en el corazón de todos los que convivimos con ella.

Mujer dulce de brazos abiertos y sonrisa acogedora. Siempre atenta al que llega y a llenar de vida y arte los espacios del encuentro. Sus manos tenían magia para modelar papeles, colores, letras, que transmitieran un ¡bienvenido a la fiesta del encuentro, a la catequesis!

Nació para repartir y sembrar todo lo bueno y lindo que nos da la vida, y que a veces no vemos. Anunciadora del Reino con su palabra y toda su vida. Su ternura derramada sembró, en el corazón de sus catecúmenos, familiares y amigos, la semilla que crece y da frutos sabrosos que alimentan la fe y la esperanza.

Trabajó como catequista en la parroquia de la Teja, en colegios, en el Oficio Catequístico Arquidiocesano de Montevideo y en el Instituto Superior de Catequesis a nivel nacional. Recorrió el país formando a catequistas del interior, siempre revestida de una luz interior que lo iluminaba todo. Teresita fue el rostro permanente de la catequesis en todo el país. Era la inmensa tarea oculta que hay detrás del que hace, organiza, da respuestas a personas e instituciones. Cada revista, afiche, invitación, convocatoria para el Día de la catequesis estaba animado silenciosamente por su vocación y creatividad.

Escribió, junto a varias compañeras, el material para niños y catequistas de parroquias, seis publicaciones que sirvieron y sirven de guía y apoyo para el trabajo. Corregía en la imprenta hasta altas horas de la noche, hasta el más mínimo detalle. Cursamos juntas en la UCUDAL Ciencias de la Educación, formación que nos permitió abrevar en los mejores autores de psicología y filosofía de la Educación, con brillantes profesores como el Dr. Mosquera, el Dr. Claus, la profesora María Camino Trapero, y tantos otros.

En varios momentos, junto a Alicia Pietrafesa hicieron un coro de catequistas, y representaciones teatrales. Nada de lo artístico le fue ajeno.

Gracias, Teresita amada, por todo lo que nos diste desde la riqueza de tu persona, y por compartir la espiritualidad de la alegría, ella estará siempre en nuestro corazón y se seguirá derramando como fuente de agua viva en todos los que te conocimos.

Adolfo, su compañero de camino, más de cincuenta años de casados, poeta, sembrador de flores, compañero y padre atento y amoroso. Trabajador y caminante junto a los más pobres, en la Obra del Padre Cacho. Fueron juntos un ejemplo de amor, empollando siempre con su capacidad de dar ternura a sus cuatro hijos y a sus bellos nietos. Cuando le pregunté cómo se sentía, me contestó: “Con el Corazón pleno de amor”.

Tere no fue solo una amiga, una compañera, fue una hermana del corazón, de esas que nos regala Dios para ser mejores en la vida, viendo su ejemplo. Nuestro llanto, regó la tierra, cuando voló al Reino, como también lo hizo Jesús cuándo Lázaro murió. Pero ahora, nuestro ser goza con ella del encuentro trinitario, donde ya son uno con el Dios de la vida.

Termino citando el mensaje de Monseñor Orlando Romero al enterarse de su partida: “Noticia triste pero providencial coincidencia con el Evangelio de este domingo: Él tiene preparado el banquete festivo para las bodas de su Hijo al que ha invitado a Teresita y ha ido con el traje de fiesta: de fe, bondad, servidora, disponible, ternura, previsora pronta como la novia. Para nosotros motiva enjugar nuestras lágrimas. Gracias, Señor, porque tu fundamentas nuestra esperanza, ya que tienes necesidad de festejar esta boda. Unido a todos los catequistas y familiares con un fuerte abrazo (Mt. 22, 1 14), Orlando.



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